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14/8/10
PALABRAS DE ESPECTADORES XIX (2010)
No necesitamos saber quiénes son esa mujer y ese hombre, ni de dónde vienen, ni dónde viven, ni siquiera necesitamos información cierta acerca de su pasado. Nos alcanza con la contundencia de lo que les está sucediendo en el momento en que concentramos nuestra atención en ellos; un proceso minucioso y particularizado hacia la unión de los cuerpos -con un beso como primer paso-, ya que sus almas parecen comprometidas desde la primera escena, en la cual ella se “empaca” a sí misma en una valija que él retira de la habitación que ella decide deshabitar, habitación de un presunto convento, dato que vamos a confirmar bastante más adelante, por boca de ella misma.
El tren es viaje la primera vez, y la segunda vez es posibilidad no real de viaje de vuelta.
Sistema que parece perfecto y después, como corresponde a todo sistema orgánico e imprevisible, se corrompe, se mancha, se “imperfecciona”.
El naturalismo a toda prueba de las actuaciones se tiñe a veces de un casi excesivo tono melodramático o humorístico, poniendo de manifiesto el artificio teatral, como si el espectáculo nos dijera que, más allá de su estética hiperrealista, no pretende hacernos creer que eso es la realidad; o, dada la precariedad de la sala (“precariedad” no manifiesta un juicio de valor), la escenografía oscila o la puerta se traba o no se cierra o se escuchan los movimientos obscenos (pasos, movimientos de trastos) detrás de las paredes, el teatro se hace presente, y dialoga binaria, dialéctica, realmente, con esa realidad que parece real, pero que no lo es ni lo pretende.
Cuando vi la función (una cualquiera, ni estreno ni reestreno; prefiero formar parte del público), muy conmovido le dije a la autora/directora que el espectáculo podía servir de ilustración en un eventual congreso de “situación dramática”: pasa algo, pasa algo todo el tiempo, como en la vida; aunque no se sepa siempre bien qué pasa, como en la vida. Y entonces uno se identifica y se distancia, y piensa y se emociona... o sea, asiste al teatro.
Marcelo Bertuccio
PALABRAS DE ESPECTADORES XVIII (2010)
Salí de la sala con la impresión-percepción de haber leído esos poemas de amor que vienen como parte del envoltorio de un chocolate.
No abrí un chocolate. Entré a la sala de El Espacio Teatral El Kafka a ver “Voto de silencio” .
Y la palabra tiempo como un anticipo…tiempo para observar y esperar con un escenario con un baúl y un crucifijo bajo una luz tenue y una música acompañante.
Lo mínimo para lo máximo…
La acción cuando comienza la obra es mínima, contundente, precisa y por lo tanto imprescindible.
Porque cuando las palabras son pocas se hacen escenario y dejan un eco necesario para suspirar y comprender.
En estos tiempos donde se establece un debate entre el teatro de texto y las nuevas vanguardias.
Presencié un equilibrio.
Lo necesario.
Lo imprescindible.
Hay tiempo para el pudor…el despertar del deseo detrás de los miedos…nuevamente tiempo…tiempo…pausas.
¿Qué más?
Salí saboreando este poema envuelto en un escenario.
10/8/10
7/8/10
CRITICA BLOG CRITICA TEATRAL
Obra con dramaturgia y dirección de Verónica Mc Loughlin
La habitación, a su vez, está dentro de una casa. Alrededor de la casa hay sonidos. Pasan las horas del día y eso es gran parte de lo que pasa. Se oyen los ruiditos de la tarde, de la noche, de la mañana; la luz cambia, el cuarto respira como un personaje más. Adentro de la habitación hay silencio. Pero poco a poco ese silencio comienza a ser intervenido: además de la mujer, hay un hombre, el dueño de la casa. Si bien ellos entran y salen, la mirada se limita al interior del dormitorio, y es muy interesante cómo el espectáculo se construye prescindiendo de todo lo demás. La obra es lo que pasa allí, y también lo que no pasa: la intimidad de esa mujer, su recato, su entusiasmo secreto, su deseo contenido, lo que hace a solas, lo que hace cuando está él, lo que hace él mientras ella duerme. Y también el cuarto vacío cuando no están ahí.
El personaje masculino es el que trae a escena el resto del mundo; las imágenes del barrio, del pueblo, del resto de la casa. También es el que rompe el silencio, y la quietud; el que incorpora la materia (porque ella es tan ligera que cabe en una valija). El hombre irrumpe con su rudeza en ese pequeño universo íntimo que es ella, y lo que se produce en ese cruce fantástico es de una enorme ternura.
Como todo lo pequeño, este espectáculo administra con inteligencia cada recurso: las miradas, los gestos, sonidos, silencios, las palabras, los objetos. La economía de la puesta y de la dramaturgia, permiten poner en valor cada detalle, obligan a afinar la mirada. Detrás de las paredes de ese espacio, por fuera del tiempo del relato, se adivinan en los personajes dos universos intensos, que seguramente alcanzarían para escribir otras cuantas obras. Pero aquí se elige mirar desde las paredes quietas de un dormitorio, lo pequeño y cotidiano, la historia de un deseo que viaja adentro de una mujer, adentro de una valija; un deseo que está dentro de una habitación, y que allí se queda, hasta que se realiza.
Sol Lebenfisz
PALABRAS DE ESPECTADORES XVII (2010)
Felicito tanto a Verónica y a todo su equipo por el maravilloso regalo que nos hacen al haber generado una obra como Voto de silencio. Es una historia sumamente conmovedora. Una historia de amor pero no de las clásicas del tipo “de chica conoce a chico y se enamoran y ya” sino que uno de los mayores aciertos, a mi entender, es que esta obra pone el foco en esos seres simples, sencillos, a los que casi nunca se les presta atención porque transcurren sus vidas cotidianas sin mayores estridencias…. Casi en silencio. Quizá esto mismo fue lo que movilizó a Verónica para contarnos esta historia… No lo sé. Pero lo que sí se es que con muy pocas palabras los actores transmiten, con una sutileza y una holgura casi mayúsculas, todo un universo completo acerca de lo que les pasa a sus personajes con el otro. Vemos en escena así seres tan humanos. Y tan encantadores, además.
Por momentos, esta obra expele poesía, ya que han sabido capturar tan bien el clima de los distintos momentos. Es como si, en ciertas escenas, hubiesen capturado la sutil intensidad de lo que sucede para dejarlo allí, como atrapando la magia y depositarla en ese escenario, para que flote en el aire…. Capturando esos momentos, como fotos. Como la poesía misma. Y deleitándonos a todos nosotros, los espectadores. Claro está, que ayudó muchísimo para esto el trabajo del iluminador, que supo pintar tan bien con su paleta de colores los distintos matices que posee todo el transcurrir de un día… Y esos grillitos allí afuera, cuando cae el sol, sonando. Y esos pajaritos cantando al amanecer. Todo, todo está muy bien cuidado.
Y como dije al comienzo de estas líneas, Voto de silencio es un espectáculo conmovedor. Una simple historia chiquita, y por esto mismo, universal, y enorme. Es imposible no verla y salir movilizado y agradecido después de ser testigos de esta historia de amor.
Marcelo Saltal
31/7/10
CRITICA DIARIO LA NACION
Historia mínima, como un beso




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Voto de silencio. La historia de un beso, de Verónica McLoughlin. Con Germán de Silva y Julia Muzio. Vestuario: Guadalupe Cuevas. Escenografía: Gerardo Porión. Producción: Marlene Nördlinger. Dramaturgista: Mariana Gianella. Iluminación: Matías Iaccarino. Diseño sonoro y música original: Manuel Toyos. Dirección: McLoughlin. En Elkafka, Lambaré 866. Domingos, a las 18.30. Duración: 55 minutos.
Nuestra opinión: bueno
En Voto de silencio. La historia de un beso se cuenta una historia mínima . Radicalmente, y eso en sí mismo es toda una apuesta que hay que reconocer, todo está puesto en las situaciones, en los mínimos gestos de los personajes y en la intimidad de dos seres cuyo encuentro se despliega entre un austero cuarto pueblerino. En medio de ese entorno, de ese voto de silencio marcado por la religión y los tiempos de la siesta, la autora reconstruye la historia de un beso.
Algunos pocos datos (unas fotos, alguna acotación dicha casi al azar, un recuerdo apenas bosquejado) dan las pistas de la prehistoria de estos personajes. Dos sujetos que, a priori, poco tienen que ver. El es un tipo tosco, casi sin palabras, acostumbrado a los trabajos manuales. A ella la domina su timidez, su juventud y su delicadeza, de ese tipo de delicadeza moldeada en la espiritualidad de un claustro religioso. Sin embargo, se atraen, aunque no sepan cómo expresárselo ni sepan cómo actuar ese deseo silenciado, ese deseo casi prohibido. Por esas zonas difusas (y sumamente inquietantes) circula Voto de s ilencio. La historia de un beso, escrita y dirigida por la actriz Verónica McLoughlin que se presenta en Elkafka.
El montaje cuenta con la actuación de Germán de Silva y Julia Muzio, intérpretes que se arriesgan a nadar las aguas de las simples cosas y de los mundos interiores con suma convicción y riqueza expresiva. A lo sumo, en el caso de Julia Muzio, por momentos el estado de alegría contenida de su personaje la hace transitar por cierta exaltación un tanto exagerada tomando en cuenta los medios tonos por los cuales opta la dirección en concordancia con ese texto.
Algo de ese desfase sucede con la puesta. La acción transcurre en el cuarto al cual el personaje masculino entra y sale varias veces. Todo sucede en un reducido espacio escénico con el público ubicado a poca distancia. Claro que tantas entradas y salidas, con los lógicos ruidos que se producen fuera del escenario, terminan desconcentrando. Así es como el cuidado puesto en la mínima palabra, en el mínimo gesto y en los mínimos elementos escenográficos pierde ese delicado equilibrio.
Cuando la apuesta se concentra en sí misma, es cuando se expande, crece e ilumina distintas posibilidades expresivas. Como en la escena en la que ella duerme en la valija (la misma imagen de la foto que acompaña este comentario) que posee una contundencia visual propia de una enorme carga poética.
Alejandro Cruz
Clip
20/7/10
13/7/10
PALABRAS DE ESPECTADORES XVI (2010)
2/7/10
Nota en Cheque en Blanco - Rock and Pop
Voto de Silencio |
Por Marcelo Figueroa No saben lo que es besar a otra persona. No saben de besos. Ella es una novicia y el un hombre del interior, introvertido, solitario. Son los personajes de Voto de Silencio, una de las tantas obras de teatro que ofrece la cartelera porteña. Le dimos el Altavoz a su directora, Veronica Mc Loughlin. Podes ver Voto de Silencio los domingos a las 18.30 en el Kafka, Lambare 866. Escuchala. |
1/7/10
En el blog La diosa blanca de Ignacio Apolo

Una obra de teatro es –también- un acontecimiento sonoro. Kartun, maestro de dramaturgos, habla en metonimias musicales del oído de quien escribe obras. Rubén Szuchmacher, maestro de directores, tenía un ejercicio para sus discípulos: componer un acontecimiento escénico a partir de una matriz sonora (el caso que me recuerdo era una cinta grabada por el músico Edgardo Rudnitzky). Los clásicos escribían sus obras en verso; los antiguos, amplificaban con la máscara o “per-sona” la voz de los actores. El teatro suena y en él, el silencio es un silencio musical: un valor en el arte de combinar sonidos.
Una mujer silenciosa y recatada es huésped de un hombre solitario. El deseo, tenue, preciso, inocultable, ejerce un delicada presión sobre los hábitos.
Para lograr la expansión (y el interés) del gesto, decíamos, la obra propone el tiempo y el espacio de la fábula; sus personajes y elementos son de cuento: una valija antigua que remite a su arquetipo, el sonido del agua, el estruendo del tren –símbolo atronador del viaje-, la luz tenue, la ropa desclasada y los personajes literarios: el varón enérgico y ruidoso, y la seminarista silenciosa, quintaesencia del cuerpo inmaculado.
La pequeña e íntima platea de Elkafka llora, conmovida, por la pérdida de una inocencia renovada. Los personajes no son niños, pero es como si lo fueran. Ella no habla y luego habla: el quiebre de la expectativa beneficia el disfrute.
Consciente y temática, la obra exhibe su procedimiento poniéndolo en abismo: “contame un cuento” dice –casi por primera vez, como si recién aprendiera a hablar-, la mujer niña. Y él le cuenta el cuento de sí mismo, que la recibe. La reunión de elementos literarios y metateatreales, a mi juicio, permiten mover de foco la “naturalidad de la conducta”, amplificándola. Y es este leve movimiento lo que propone al tiempo y a los cuerpos su extraña tensión, esa por la cual hasta el espacio vacío, en los intrigantes momentos en que ni actor ni actriz están en escena, es habitado.
¿Cómo hablar del amor?, se pregunta desde el programa la autora y directora. Citando a Barthes, el amor es “esa región de enloquecimiento donde el lenguaje es a la vez demasiado y demasiado poco, excesivo y pobre”. No obstante, el lenguaje de Voto de silencio no tiene nada de excesivo, ni de pobre; más bien parece la exposición de una tesis sobre el punto justo, la virtud de lo preciso. Se acerca, por su brevedad y por el pequeño recorrido de su arco, a un ejercicio. Ejercicio aprobado: la secuencia del vestido puesto, en la que un solo gesto sobre la falda es repetido indefinidamente, lo expresa todo.
Mi conclusión es que Voto de silencio no se refiere al amor, que es impreciso, sino al gesto erótico depurado. Algo imposible –la obra completa de un gesto- o hollywoodense –el chico que salva a la chica y, tras cambiar el orden establecido, es recompensado por un beso-, aquí se tornan música y cuerpo, sin ser danza. Son cuarenta minutos, no más, de un gesto que no tiene tiempo. El encanto y la precisión transforman la mínima historia de un beso en una obra.
30/6/10
PALABRAS DE ESPECTADORES XV (2010)
6 intentos de hablar sobre el silencio
1. Grillos.
No recuerdo si lo leí o lo escuché, pero en todo caso no importa. Digamos, simplemente, que cierto día una voz me hizo llegar una hermosa teoría. Decía: que gracias a las vibraciones que las patas de los grillos producen (sí: el famoso cri, cri) se puede llegar a calcular la temperatura. Siguiendo esta lógica, el tiempo ambiental es fácilmente deducible gracias a una operación matemático/biológica que consiste en dividir la cantidad de “cris” que se suceden durante un minuto por un determinado número (que en este momento no me acuerdo). En Voto de Silencio, hay grillos, hay “cris” y hay minutos. Cuando llega la noche, la luz azul pasa por la ventana y los grillos impregnan el ambiente sonoro para marcarnos la temperatura exacta de la escena, la temperatura de la noche. Se toman su tiempo también para darle la calidez a los sueños de la protagonista (que duerme, silenciosa, pero con sonrisa cálida) sobre el rítmico silencio de los insectos.
2. Sístole y diástole.
Otra anécdota entre ciencia y arte: el compositor norteamericano John Cage quiso experimentar el silencio absoluto. Como músico, quería distinguir lo que era estar en un lugar en donde no se escuchara nada, absolutamente nada, ni siquiera los grillos. Para ello, ingresó en una cámara anecódica (una cámara que produce el silencio absoluto) y se quedó en ella por un tiempo. Para su horror o alivio (no lo sabemos ni lo sabremos), llegó a la conclusión de que el silencio absoluto no existe ya que, a los minutos de encontrarse en el interior del receptáculo, no podía parar de escuchar como su corazón bombeaba la sangre a todas las venas y arterias de su cuerpo. Ana, está callada y su cuerpo, sus movimientos, hablan mejor que cuando su boca se mueve y exhala palabras. Ella sólo habla para callar lo que su cuerpo está gritando en cada momento, en cada movimiento de su sangre.
3. Cuaderno.
¿Qué pasó con el cuaderno que dice? Las mejores palabras que Ana escribe son las puntadas que da sobre las telas que cose, haciendo el contrapunto al azul de la noche que entra por la ventana; haciendo sombra sobre la fría sombra de la pared; haciendo el contratiempo a los grillos que se cuelan sobre el parlante. El cuaderno es el pasado y el futuro a la vez. Sin embargo, Ana es como el silencio: puro presente. Por eso no destruye su cuaderno cuando decide al autoexiliarse en su propio equipaje, en su propio lenguaje. Decide dejarle a su hombre la dura tarea de decidir qué hacer con las palabras de lo que pasó y pasará. Ana con el cuerpo, con el presente. Porque el pasado y el futuro pertenecen a los demás y el presente a nosotros, los espectadores.
4. Bicicletas.
Es la máquina perfecta. En ella mecánica y cuerpo se funden para permitirnos avanzar más rápido. Juan, las arregla y por eso sabe también que para que esa máquina funcione a la perfección, las correas de transmisión, los engranajes deben estar aceitados. Debe esperar también a que los movimientos de su amada se sincronicen (primero con rueditas) y pedaleen sobre los objetos que él mismo le va colocando a su alrededor. La campanita en la puerta (“hay que mejorar este sistema” dice), la maleta en la ventana, la frazada antigua, el mate y las tostadas, el escritorio, las cortinas, la ropa para el trabajo, los cuadritos en la pared, los cuentos por la noche, la cama, las palabras, el vestido y el beso. El beso que es la confirmación de que Ana, ya sabe manejar la máquina y avanzar sin rueditas hacia el destino que desee.
5. Elecciones.
El voto es una esperanza. Es el juego al que los ciudadanos se someten para elegir a sus representantes. Ana está en el cuarto oscuro y decide autometerse en su propia urna para que su representante (su intermediario) la lleve por el camino de sus deseos. Ana se vota, se arroja a su ambición de que otros la conduzcan en el camino de su propio silencio. La dictadura de Dios pierde por Balottage con el hombre. Juan, por el contrario, es un demócrata: sondea las sonrisas y los gestos para ganar su representación en el mundo de Ana. Sabe que ante la menor tentativa dictatorial de su lenguaje, su(s) votante(s) se irá(n) rápido, tan como los recuerdos de los sueños que se nos esfuman al despertar.
6. Silencio.
Meter en la valija todo, incluso a uno mismo y partir en la oscuridad. Luego, el grito del tren, la bestia moderna que nos ensordece y no nos deja escuchar lo que tenemos para decirnos a nosotros mismos. Ser llevado hacia un lugar en donde el silencio es igual a pájaros cantando y a grillos rítmicos. Luz azul, luz naranja y el transcurrir de los días. Romper el silencio con un beso.28/6/10
PALABRAS DE ESPECTADORES XIV (2010)
Frente a una obra de arte lo que allí uno pone en juego como espectador es todo nuestro pasado irrenunciable en el que colores, ritmos, gestos, intensidades son un intenso bagaje poco racional que dialoga con la obra durante su transcurrir. Y es en ese diálogo en el que uno se identifica o se pierde. En Voto de silencio me he identificado al considerar al amor a la manera de gestos tan simples para construirlo. No hace falta ser un héroe con el otro para amar, no hace falta un conflicto grandilocuente para poder mostrarlo tampoco. La cotidianeidad en el amor es esto, preparar un mate y compartirlo, ponerte contento porque al otro le va bien en el trabajo o acompañarlo y estimularlo cuando las cosas no van tan bien y quiere cambiar de rumbo. Es el misterio del otro el que nos lleva a querer descubrirlo aún más. Es el silencio y la mirada aveces el mejor camino para hacerlo. Y todo ocurre cuando nos animamos a amar y a permitirlo. Todos tenemos la capacidad de hacerlo, por eso considero que la identificación de esta obra puede tocar a muchas sensibilidades y no sólo la mía ¿Quién no quiere amar y ser amado? Cuando el arte toca estas cuerdas tan cercanas a todos creo que ha logrado su cometido: poder mirar al mundo con mejores intenciones.
Sonia Frickx
26/6/10
PALABRAS DE ESPECTADORES XIII (2010)
El sutil trabajo de Julia Muzio deja entrever que a veces para ponerse un personaje al hombro no hacen falta textos grandilocuentes y que como en este caso las palabras huelgan. Su ternura llega y emociona.
Por su parte German de Silva contrasta de manera brillante creando un personaje que a simple vista parece bruto y tosco pero que internamente ama casi con la inocencia de un niño.
El gran trabajo de estos dos actores por supuesto no seria posible sin la direccion de Veronica quien de manera inteligente, en una hora de espectaculo capta la atencion del publico que en medio de preguntas como: quienes son? y que se esconde detras de estos dos personajes? transita la historia y se hace participe de ella hasta conmoverse.
25/6/10
21/6/10
13/6/10
ESTO DIJERON DE VOTO
GACETILLA DE PRENSA
Querer escribir sobre
El próximo domingo 20 de junio a las 18.30 hs. en ElKafka –Lambaré 866– vuelve a presentarse Voto de silencio, espectáculo con dramaturgia y dirección de Verónica Mc Loughlin.
La acción transcurre en una habitación de una casa perdida en un pueblo. Allí un hombre y una mujer se encuentran, en silencio. Juntos vivirán una historia de amor, el primer beso, la felicidad posible.
¿Qué decir ante
Voto de Silencio pone en escena una historia pequeña, entre un hombre y una mujer que logran -a pesar de ellos mismos- terminar con una vida marcada por la pena.
El planteo escénico apuesta a la actuación centrando la atención en los intérpretes y en la historia que sus personajes viven. Por ello, tanto el espacio como el vestuario son neutros. El contexto se traza desde un trabajo minucioso del sonido y la iluminación.
Por este espectáculo,
Más info: www.votodesilencioteatro.blogspot.com
VOTO DE SILENCIO
La historia de un beso
Reestreno: DOMINGO 20 DE JUNIO
FUNCIONES: Domingos 18.30 hs.
ElKafka –Lambaré 866
Localidades: $40 /$30 Estud. y jubilados
Reservas: 4862-5439
Ficha Técnica
Vestuario: Guadalupe Cuevas
Escenografía: Gerardo Porión
Iluminación: Matías Iaccarino
Asistencia de iluminacion: Carolina Rolandi
Diseño sonoro y canción: Manuel Toyos
Diseño grafico y fotografía: Lina m. Etchesuri
Dramaturgismo: Mariana Gianella
Asistencia de dirección: Pablo Osta / Francisco Espinal
Producción: Marlene Nördlinger
Dramaturgia y dirección: María