24/8/10

LA SALA

LO QUE NO SE VE


TRABAJANDO PARA CADA FUNCION
















Ger se cose el pantalon (un ejemplo para todos), Fran chequea el audio, Julita limpita se lava las manos, Caro hace el mate (entre otras cosas), Lucas conecta cables. Vero saca fotos (y no esta en ninguna).

14/8/10

PALABRAS DE ESPECTADORES XIX (2010)

No necesitamos saber quiénes son esa mujer y ese hombre, ni de dónde vienen, ni dónde viven, ni siquiera necesitamos información cierta acerca de su pasado. Nos alcanza con la contundencia de lo que les está sucediendo en el momento en que concentramos nuestra atención en ellos; un proceso minucioso y particularizado hacia la unión de los cuerpos -con un beso como primer paso-, ya que sus almas parecen comprometidas desde la primera escena, en la cual ella se “empaca” a sí misma en una valija que él retira de la habitación que ella decide deshabitar, habitación de un presunto convento, dato que vamos a confirmar bastante más adelante, por boca de ella misma.

El tren es viaje la primera vez, y la segunda vez es posibilidad no real de viaje de vuelta.

Sistema que parece perfecto y después, como corresponde a todo sistema orgánico e imprevisible, se corrompe, se mancha, se “imperfecciona”.

El naturalismo a toda prueba de las actuaciones se tiñe a veces de un casi excesivo tono melodramático o humorístico, poniendo de manifiesto el artificio teatral, como si el espectáculo nos dijera que, más allá de su estética hiperrealista, no pretende hacernos creer que eso es la realidad; o, dada la precariedad de la sala (“precariedad” no manifiesta un juicio de valor), la escenografía oscila o la puerta se traba o no se cierra o se escuchan los movimientos obscenos (pasos, movimientos de trastos) detrás de las paredes, el teatro se hace presente, y dialoga binaria, dialéctica, realmente, con esa realidad que parece real, pero que no lo es ni lo pretende.

Cuando vi la función (una cualquiera, ni estreno ni reestreno; prefiero formar parte del público), muy conmovido le dije a la autora/directora que el espectáculo podía servir de ilustración en un eventual congreso de “situación dramática”: pasa algo, pasa algo todo el tiempo, como en la vida; aunque no se sepa siempre bien qué pasa, como en la vida. Y entonces uno se identifica y se distancia, y piensa y se emociona... o sea, asiste al teatro.

Marcelo Bertuccio

PALABRAS DE ESPECTADORES XVIII (2010)

Me gustan los chocolates…por eso voto a voto de silencio...

Salí de la sala con la impresión-percepción de haber leído esos poemas de amor que vienen como parte del envoltorio de un chocolate.
No abrí un chocolate. Entré a la sala de El Espacio Teatral El Kafka a ver “Voto de silencio” .

Y la palabra tiempo como un anticipo…tiempo para observar y esperar con un escenario con un baúl y un crucifijo bajo una luz tenue y una música acompañante.

Lo mínimo para lo máximo…

La acción cuando comienza la obra es mínima, contundente, precisa y por lo tanto imprescindible.
Porque cuando las palabras son pocas se hacen escenario y dejan un eco necesario para suspirar y comprender.

En estos tiempos donde se establece un debate entre el teatro de texto y las nuevas vanguardias.
Presencié un equilibrio.
Lo necesario.
Lo imprescindible.
Hay tiempo para el pudor…el despertar del deseo detrás de los miedos…nuevamente tiempo…tiempo…pausas.

¿Qué más?

Salí saboreando este poema envuelto en un escenario.

Ana María Allaria

7/8/10

CRITICA BLOG CRITICA TEATRAL

Historia de un deseo

Obra con dramaturgia y dirección de Verónica Mc Loughlin

Así, como cajas chinas es Voto de silencio. Es una pequeña habitación que guarda un deseo.
Adentro de la habitación hay una valija. Adentro de la valija hay una mujer joven. Y adentro de la mujer joven está el deseo. La historia se podría contar, también, como el proceso de apertura de cada una de las cajas, hasta que el deseo es liberado.
La habitación, a su vez, está dentro de una casa. Alrededor de la casa hay sonidos. Pasan las horas del día y eso es gran parte de lo que pasa. Se oyen los ruiditos de la tarde, de la noche, de la mañana; la luz cambia, el cuarto respira como un personaje más. Adentro de la habitación hay silencio. Pero poco a poco ese silencio comienza a ser intervenido: además de la mujer, hay un hombre, el dueño de la casa. Si bien ellos entran y salen, la mirada se limita al interior del dormitorio, y es muy interesante cómo el espectáculo se construye prescindiendo de todo lo demás. La obra es lo que pasa allí, y también lo que no pasa: la intimidad de esa mujer, su recato, su entusiasmo secreto, su deseo contenido, lo que hace a solas, lo que hace cuando está él, lo que hace él mientras ella duerme. Y también el cuarto vacío cuando no están ahí.
El personaje masculino es el que trae a escena el resto del mundo; las imágenes del barrio, del pueblo, del resto de la casa. También es el que rompe el silencio, y la quietud; el que incorpora la materia (porque ella es tan ligera que cabe en una valija). El hombre irrumpe con su rudeza en ese pequeño universo íntimo que es ella, y lo que se produce en ese cruce fantástico es de una enorme ternura.
Como todo lo pequeño, este espectáculo administra con inteligencia cada recurso: las miradas, los gestos, sonidos, silencios, las palabras, los objetos. La economía de la puesta y de la dramaturgia, permiten poner en valor cada detalle, obligan a afinar la mirada. Detrás de las paredes de ese espacio, por fuera del tiempo del relato, se adivinan en los personajes dos universos intensos, que seguramente alcanzarían para escribir otras cuantas obras. Pero aquí se elige mirar desde las paredes quietas de un dormitorio, lo pequeño y cotidiano, la historia de un deseo que viaja adentro de una mujer, adentro de una valija; un deseo que está dentro de una habitación, y que allí se queda, hasta que se realiza.

Sol Lebenfisz



PALABRAS DE ESPECTADORES XVII (2010)

Felicito tanto a Verónica y a todo su equipo por el maravilloso regalo que nos hacen al haber generado una obra como Voto de silencio. Es una historia sumamente conmovedora. Una historia de amor pero no de las clásicas del tipo “de chica conoce a chico y se enamoran y ya” sino que uno de los mayores aciertos, a mi entender, es que esta obra pone el foco en esos seres simples, sencillos, a los que casi nunca se les presta atención porque transcurren sus vidas cotidianas sin mayores estridencias…. Casi en silencio. Quizá esto mismo fue lo que movilizó a Verónica para contarnos esta historia… No lo sé. Pero lo que sí se es que con muy pocas palabras los actores transmiten, con una sutileza y una holgura casi mayúsculas, todo un universo completo acerca de lo que les pasa a sus personajes con el otro. Vemos en escena así seres tan humanos. Y tan encantadores, además.

Por momentos, esta obra expele poesía, ya que han sabido capturar tan bien el clima de los distintos momentos. Es como si, en ciertas escenas, hubiesen capturado la sutil intensidad de lo que sucede para dejarlo allí, como atrapando la magia y depositarla en ese escenario, para que flote en el aire…. Capturando esos momentos, como fotos. Como la poesía misma. Y deleitándonos a todos nosotros, los espectadores. Claro está, que ayudó muchísimo para esto el trabajo del iluminador, que supo pintar tan bien con su paleta de colores los distintos matices que posee todo el transcurrir de un día… Y esos grillitos allí afuera, cuando cae el sol, sonando. Y esos pajaritos cantando al amanecer. Todo, todo está muy bien cuidado.

Y como dije al comienzo de estas líneas, Voto de silencio es un espectáculo conmovedor. Una simple historia chiquita, y por esto mismo, universal, y enorme. Es imposible no verla y salir movilizado y agradecido después de ser testigos de esta historia de amor.

Marcelo Saltal